La XVII Edición de la exposición de Las Edades del Hombre, "Monacatus", en el corazón de Castilla.

miércoles, 4 de julio de 2012 22:40 By Territorios y Tesoros , In , , , , , , , , ,

"Agnus Dei" de Zurbarán
Las Edades del Hombre vuelven a concitar el interés del amante del arte. El marco elegido para la nueva edición de la longeva serie de exposiciones es, en esta ocasión, el milenario monasterio de San Salvador de la localidad burgalesa de Oña.

Monacatus es un proyecto ambicioso en su misma sencillez. El lugar, especial en sí mismo, es el monasterio de San Salvador de la villa castellana de Oña y contiene en su interior el panteón real y condal que representa el origen de Castilla. El lugar, ya milenario, es el ámbito adecuado para la idea que subyace en el tema de la exposición: una reflexión profunda, y muy oportuna en los tiempos actuales, sobre una opción de vida individual y en comunidad.

Mostrar el propio cenobio como una obra más a la vez que se explican los orígenes del monacato, la vida diaria de los monjes o la relación de la corona con la implantación de los monasterios ha propiciado una solución que, aunque austera (como la propia vida monástica), permite exhibir con todo esplendor las obras de arte que forman el relato. Y son las obras las auténticas protagonistas de lujo de esta edición de Las Edades del Hombre. La nómina de autores presentes en Monacatus la envidiarían otros muchos eventos expositivos: Goya, Zurbarán, Rusiñol, Vela Zanetti, Bayeu, Díaz Caneja o Forment se unen a los autores clásicos de Las Edades (Fernández, Gil de Siloé o los Berruguete) en una sucesión de pinturas, esculturas, documentos bibliográficos y enseres litúrgicos que, a través de seis capítulos, un prólogo y un epílogo, acercan al visitante el mensaje de la vida monástica.

El monasterio de Oña guarda una de las joyas desconocidas de la Comunidad: el panteón condal y real de los primeros reyes castellanos y navarros, Sancho II, Sancho III y su esposa Muniadona y el infante García y los condes Sancho García y su esposa Urraca, García Sánchez y los infantes Felipe y Enrique. Para potenciar su presencia, el montaje se aligera en esta estancia que alberga además el altar mayor de la iglesia y el coro de los monjes. Un triple corazón: histórico, litúrgico y monacal. Histórico al tratarse de uno de los lugares más relacionado con el origen del reino de Castilla. Litúrgico ya que el altar mayor de toda iglesia representa el centro que da sentido a todo el edificio. Y monacal porque el coro es el lugar en el que se reúne la comunidad para desarrollar una de las partes fundamentales de su vida cotidiana, la oración. Presidiendo el conjunto, desde su retablo baldaquino, la urna que contiene los restos de uno de sus primeros abades, San Íñigo. Los montajes audiovisuales, creados con luz y sonido principalmente, juegan un papel didáctico en este punto.

Para llegar a él es necesario recorrer la nave del templo monacal mediante un itinerario que va desgranando los dos primeros capítulos. El sotocoro y el primer tramo permiten desarrollar el primer capítulo, que sirve como introducción explicativa del concepto de la vida monástica. Un ámbito más cerrado en el que se sitúan piezas de Goya, Zurbarán y Pedro Berruguete, junto al recompuesto retablo del Cristo de Santa Trigidia, que vuelve temporalmente a su lugar de origen. Una vez atravesada la reja y la puerta del segundo capítulo entramos de lleno en el mundo monacal, que presenta a través de un montaje más ligero a los primeros eremitas, así como en dos pequeños espacios en los que tienen especial protagonismo los santos castellanos y la propia fundación del monasterio de Oña. Aquí sobresalen obras de Rivera y Forment al lado de elementos rescatados del propio monasterio, como las pinturas murales, los restos del antiguo refectorio y documentos de singular importancia histórica.

Pasada el área central del coro y los panteones, el recorrido se adentra en los espacios más cotidianos del monasterio: la sacristía, la sala capitular y el claustro, y la exposición da un giro hacia la presentación del día a día de la comunidad. La sacristía, donde se muestran los diferentes objetos de uso corriente en la vida del cenobio, aloja los ocho beatos realizados en Castilla y León, que conviven con sus copias digitales en unas pantallas táctiles que permitirán al visitante explorar estos objetos. Tras un espacio de transición que presenta la celda del monje y el reto de enfrentarse a los diferentes vicios que acosan su existencia cotidiana, llegamos a la sala capitular donde, junto a fundadores y santos de las diversas órdenes, se nos presentan los atributos del abad y el elemento sobre el que bascula toda la vida del monasterio: la regla.

El claustro, una joya del gótico del siglo XV de Simón de Colonia, despide el camino presentando una colección de elementos pétreos relacionados con la enfermedad y la muerte. Pero también permite un epílogo formado por una selección de obras fotográficas impresas a gran tamaño que presentan la rutina de las comunidades monásticas. Por primera vez, la fotografía como hecho artístico forma parte de una exposición de Las Edades del Hombre. La muestra, que inauguró la Reina doña Sofía el pasado 23 de mayo y permanecerá abierta en la localidad burgalesa hasta el próximo 4 de noviembre permite al viajero, además de contemplar las 138 piezas que la componen, disfrutar de un entorno de gran belleza paisajística. No en vano, Oña es una puerta de acceso inmejorable a las comarcas de La Bureba y Las Merindades, con villas históricas como Frías, Poza de la Sal y Briviesca.
Francisco M. Morillo.

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